Sin embargo, el gobernador de Tabasco que inauguró es Isidoro María Diez, ya que fungió como gobernador interino del 4 de diciembre de 1929 al 27 de febrero de 1930, y la exposición fue inaugurada el día 5 de febrero de 1930.
En las páginas interiores del catálogo se publicó una foto del Hombre del Sureste con la leyenda: “Lic. Tomás Garrido C., promotor, organizador y reformador notable, que ha impulsado victoriosamente al estado por el sendero agrícola”.
Fábricas, talleres y laboratorios, presentaron sus productos en el salón central: Laboratorios Amores, fábrica de cigarros La Fama, fábricas de jabones La Perla y La Hormiga. En el área de fundición de hierro y bronce resaltó el trabajo del maestro Eurípides Heredia quien, además, mantuvo en operación una bomba que surtió agua durante toda la exposición, llevando el líquido de la laguna por más de 96 metros. (7)
Una característica de las ferias anuales era que no se vendía ni regalaba alcohol. Trinidad Malpica narra a detalle cómo eran las exposiciones y nos lleva a esa época, en la cual se mostraba lo mejor del trabajo de la mano de obra tabasqueña:
“Se iniciaban las exposiciones con un desfile de charros y chinas poblanas que salían del frente del Palacio de Gobierno. Se elegía una Mensajera del Progreso por cada municipio y una representante de la raza, todas ellas montaban magníficos caballos y eran escoltadas por los charros”.
Atrás iba el pueblo en los escasos automóviles y camiones que había entonces; pero la mayoría iba a pie, marimbas y banda de música alegraban la fiesta y el desfile. Se iniciaba el festejo a las 9 de la mañana y se terminaba a las 12 de la noche, tocando las golondrinas en todos y cada uno de los kioskos. Estaba prohibido tirar voladores y tocar música extranjera.
En la mañana había kioskos en donde se obsequiaba leche, chorote y conservas a las familias campesinas venidas de lejos y claro que se colaban muchos pobres de la ciudad. A más de los kioskos que eran construídos con motivos regionales, había docenas de arriates con flores y fuentes, los arriates estaban construidos simulando a la perfección lagartos, rosas y otras figuras decorativas y de gran belleza que estaban hechas con piedras de regular tamaño y pintadas de blanco.