Antiguamente kë pap, (mi padre), producía cal a partir de la concha de ostión, era un largo proceso y el resultado era un producto sustentable. «Hoy eso ‘axupi’ » (se acabó), narraba con tristeza un anciano yokot’an de Centla que supera los 80 años de vida.
Y es que antiguamente, la cal se obtenía artesanalmente de la quema de concha de ostión, un proceso sustentable de origen prehispánico. Según estudios arqueológicos, las antiguas y hermosas pirámides de Comalcalco, fueron trabajadas con cal obtenida de la quema de concha de ostión.
Las crónicas mencionan que los añejos caleros yokot’anob extraían de los manglares, la leña y el ostión que se usaba en el proceso. La tradición consistía en llevar ofrendas al yunkab para solicitar permiso de cortar el mangle y extraer de sus raíces el abundante ostión, cuya concha después de ser consumido, se amontonaba para el proceso de quema.
Hasta mediados del siglo XX, la producción de cal de concha de ostión era una fuente económica importante y sustentable del pueblo yokot’an, en cayucos se traía del manglar la leña para el horno y el ostión a procesar; ya en tierra, se construía un horno cuadricular de mangle de 3 x 2 m de largo por 1 m de alto. En medio se abría un canal por donde entraba el aire y alimentar el fuego que se hacía sobre una cama de leñas, en donde se colocaba toda la concha del ostión.
El horno se alimentaba toda la noche, la concha del ostión ardía con vivas luces azules y verdes, ya en la madrugada se dejaba enfriar.
Una vez frío, se armaban los benequenes de yagua, con cal viva y se arrojaba agua para apagar la cal y quedaban paquetes de una arroba amarradas con bejuco; un benequén tenía la forma de un gran tamal.
El acarreo de la cal para la vendimia se hacía en cayuco, así como la leña del mangle, que aunque verde, ardía a muy altas temperaturas, esta cal se usaba tanto para la construcción de viviendas, como para las labores domésticas, principalmente para cocinar el maíz.
El principal productor de cal fue la antigua ceibita, hoy Villa Cuauhtémoc, en Centla, fue una gran empresa artesanal por generaciones. Testimonios orales mencionan que cientos de hornos se alineaban a la orilla de los mantos acuáticos; el calero usaba como principal herramienta una larga vara para acomodar la concha de ostión.
Desafortunadamente con las prohibiciones de la tala del mangle, la contaminación de la industria petrolera a las aguas y sobre todo, la introducción de la calhidra industrial, la producción de cal de concha de ostión del pueblo yokot’an se extinguió..
Hoy a las orillas de las lagunas y mantos acuíferos donde un día se produjo cal en múltiples hornos de mangle, solo se escuchan anécdotas y vivencias que cuentan los ancianos yokot’anob, que recuerdan con nostalgia el proceso de elaboración de cal, una empresa artesanal que una vez formó parte importante de la producción económica del pueblo yokot’an en Tabasco.
Fuente:
1.- Inchaustegui Díaz, Carlos (1987). Las Márgenes del Tabasco Chontal y Los Chontales de Centla. Instituto de Cultura de Tabasco. Tabasco.