Noviembre es para los chontales de Tabasco un mes en que se efectúan diversos rituales en honor a sus difuntos o ánimas. Podríamos decir que la comida ritual es preparada conforme a ciertas características y que cumplen una función dentro de los ritos y ceremonias encaminados a un ser divino principalmente.
Las sombras, ánimas o yets son según sus creencias seres a los que se les guarda profundo respeto y quienes deben ser atendidos y agasajados en las casas para que ellos puedan bendecirlos y ayudarlos en su cosecha, crianza de animales y salud. De ser ofendidas o mal atendidas las ánimas se corre el peligro que se enojen y te enfermen.
Para tal motivo se elaboran los altares domésticos u ofrendas que además de ser adornados para la ocasión se componen principal por diversos alimentos. Cabe señalar que muchas veces entendemos mal el término altares y los transformamos en muestra gastronómica, colocando una serie de alimentos inimaginables.
Entre los yokot’an existen alimentos exclusivos que varían de una comunidad a otra pero no por ello dejan de ser rituales. Su materia prima por lo general son elementos del entorno natural aunque también hay otros productos como el anís o la caña que fueron traídos por los conquistadores.
El chorote es por mucho la bebida tradicional de la etnia y del estado. Para su preparación se requiere de maíz que es tratado por el proceso de nixtamalizacion, posteriormente se quiebra y resaca en el molino a mano, cuando a esta masa se le agrega cacao toma el nombre de hach´im o chorote. Antiguamente las encargadas de moler y resacar el maíz y tostar el cacao eran las mujeres jóvenes y quienes lo desleían y servían en las jícaras con sus respectivas paletas de pimienta ahumadas eran las mujeres mayores o patronas.
Por lo general es costumbre que esta bebida sea acompañada por una serie de dulces que son elaborados a base de frutas o verduras y azúcar o panela principalmente ejemplo claro es el chab de acum (dulce de camote), chab de chu´m (dulce de calabaza), chab de ja´as (dulce de plátano) y la conserva de toronja o limón real. De entre todos ellos se preserva un dulce muy antiguo, en Tamulté de las Sabanas se le llama säc chi mientras que en las comunidades de Nacajuca se le denomina muxé que se confecciona con maíz hervido y cacao tostado los cuales son quebrados y amasados con miel de abeja. Así mismo se elabora para la ocasión la melcocha a base de panela y un poco de agua. Son presentados en hojas de naranja agria.
Una bebida ceremonial mas es el atol o matz preparado a base de maíz sancochado el cual es molido y resacado, para posteriormente ser disuelto en agua y colado. A esta bebida se le agrega anís, pimienta, canela, panela y cacao para que chorree.
Algo que debemos tener en cuenta es que ambas bebidas deben de contener mucha espuma ya que será lo que consumirán las ánimas.
Otro elemento indispensable en los altares de Nacajuca, Centla y Centro de origen yokot’an es el te´el chij o guarapo, bebida ancestral elaborada a base de caña que es molida en un trapiche. Dicho extracto es colocado en cantaros de barro con un poco de agua, algunos granos de maíz tostado y un pedazo de corteza de árbol al que se llama “palo borracho” si se desea tomar como agua fresca se deja de tres a cuatros días, ahora si lo que se requiere es obtener un fermento alcohólico con 10 días de reposo bastara. Se sirve en jarritos de barro y forma parte esencial de la primera ofrenda a las ánimas.
Los alimentos son parte indispensable de la ofrenda ya que de acuerdo a los relatos las animas vienen cansadas del viaje y se les debe ofrecer un caldo que les quite el hambre y la sed de allí que el más tradicional en la zona de Nacajuca y Centla sea el Ch´ul Kab o Uliche que se prepara a base de pavo o pato, dicho caldo es espesado con masa y condimentado con cebolla, ajo y chile dulce, posteriormente se prepara un polvo molido en metate a base de semilla de calabaza y chile amashito. Se sirve en el tradicional cajete de barro acompañado por la manea especie de tamal o tortilla gruesa sin sal y sin carne los cuales son cocidas al vapor cubiertos por hoja de plátano.
Hacia la zona Yokot’an del este se encuentra Tamulté de las Sabanas en donde se prepara otro alimento ritual el Ichil Kab que se confecciona con masa, achiote, cebolla, sal, rodajas de plátano verde y chile de la región. La carne elegida para su elaboración es pejelagarto y camarón los cuales son asados o tostados. Se sirve con manea o tortilla gruesa enrollada.
Dentro de los panes y tortillas tradicionales de los chontales podemos nombrar tres: el turulete, el sixgua y los totopostes.
El primero se forma por maíz cocido y resacado el cual se tendía al sol por varios días con el fin de obtener una harina a la que se le adicionaba manteca, azúcar, huevo, canela o anís, que posteriormente se horneaba con brasas obteniendo finalmente una galleta crujiente. Por su parte el sixgua se hace a base de maíz tierno con manteca, azúcar y huevo.
Los totopostes son delgadas tortillas hechas a mano con masa de maíz y manteca, forman parte de la antigua tradición de comer “el puntal”.
Todos estos alimentos son parte de la bienvenida a nuestros difuntos y al igual que sucede cuando un amigo o familiar que viene de fuera y debe regresar se les da su itacate el que se componen por los clásicos tamales de chipilín, chaya, frijol, pescado, pavo, pato, pejelagarto y maíz nuevo envueltos en hoja de plátano o blanca así como los de maíz nuevo o dulces. En la actualidad los alimentos se han enriquecido con animales como el pollo, el cerdo o la res.
Del mismo modo se coloca un bush con agua y una bola de chorote que en los primeros días se adorna con flores y hiervas pues representa el corazón o alma de la ofrenda a la que aún le llamamos pixán buk´a y que se envuelve en hojas cuando las animas se van la noche del 29 de Noviembre guiadas por las velas de unto y el sahumerio que señalan su camino de regreso y del cual retornaran hasta el próximo año.