El Maromo es la tradicional fiesta maya yokot´an de Villa Tamulté de las Sabanas, sus orígenes son ancestrales.
Ante los constantes ataques de piratas, que robaban, destruían y capturaban prisioneros para venderlos como esclavos, los antiguos habitantes yokot´anob de Santa María de la Victoria, buscaron refugio adentrándose a los pantanos y selvas tabasqueñas, alejadas de la costa, en lugares inaccesibles donde los piratas no podían llegar. Fue así, como abandonaron a Santa María de la Victoria, dispersándose en varios grupos y fundando pueblos como Ixla (hoy Quintín Arauz), Mukte´ (hoy Tamulté de las Sabanas) y Yëxtup (hoy Nacajuca), y en donde estuvieron mas seguros de las incursiones piratas.
Allí conservaron sus antiguas creencias y tradiciones que, aunadas a la preservación de su lengua originaria, permitieron continuidad a sus costumbres, es por ello que en todos esos pueblos, aún se realiza la danza del caballito, donde se reinterpreta el combate bélico del jinete español y guerrero yokot´an que, a ritmo de pito y tambores, dramatizan la Batalla de Centla. Uno de estos pueblos que durante mucho tiempo perteneció a Centla es Mukte´ (lugar de árboles fuertes en lengua yokot´an), donde año con año, se realiza la fiesta del Maromo, tradición que alude a los antiguos festejos y rituales a Këntepek.
Para el yoko yinik de Tamulté, Këntepek era el antiguo señor del monte, una deidad que dio granos de maíz al pueblo, y enseñó a cultivarlos, su lugar de veneración era un lugar al que llamaban el bosque y este era guardián y cuidador de la flora y fauna del pueblo yokot´an. Según las leyendas, se le llevaban ofrendas agrícolas y comida, allí al ritmo de pito y tambores se bailaba la máscara o k´ojob, se realizaban plegarias en lengua yokot´an y se le pedía protección y buenas cosechas.
Cuentan que un día Këntepek se apareció por última vez, y presagió una antigua profecía, que mencionaba que llegarían al pueblo los frailes y misioneros católicos que llevarían un nuevo dios, estos construirían un nuevo templo en 1888, donde se veneraría a San Francisco de Asís, santo cristiano protector de los animales, sin embargo, en la memoria del pueblo, jamás se olvidaría de su antiguo dios, conmemorando desde cada 25 de septiembre, la novena para las fiestas del Maromo que cada tres de octubre, en vísperas de San Francisco de Asís, bailan la mascara y la danza del caballito, fusión que conlleva rezos en lengua yokot´an, gastronomía típica, elaboración de un altar tradicional, y sobre todo, la resistencia yokot´an de no olvidar sus antiguas tradiciones y costumbres, pues allí se encuentran las raíces históricas del pueblo maya yokot´an de Tabasco.
El maestro yokot’an José Roldan Guerrero García, de Villa Tamulté de las Sabanas, merece un gran reconocimiento ya que desde hace más de 30 años, es guardián y mayordomo de los festejos del Maromo. Su persistencia ha permitido afortunadamente que esta fiesta, se conserve casi intacta desde tiempos pasados.
De esta manera, al despuntar el alba del 03 de octubre, el pito y los tambores suenan ya no para presagiar batallas o conflictos bélicos, si no para anunciar a propios y extraños, la máxima fiesta cultural yokot´an de Villa Tamulté de las Sabanas, donde el yoko yinik y la yoko ixik visten sus mejores atuendos, pues las antiguas ofrendas que antes se llevaban al bosque, hoy se entregan en el templo de San Francisco de Asís y se reparten entre todo el pueblo, y los tamborileros con su música, recuerdan antiguos y sagrados rituales que siguen teniendo presente y vigente, a los pueblos mayas yokot´anob de Tabasco, porque los yokot´anob descendemos de un linaje de una raza eterna, de un raza inmortal, nunca fuimos vencidos, nuestros padres y abuelos festejaron el Maromo, y ahora, a los yokot´anob del mundo moderno, nos toca darle continuidad.
Bibliografía: