Entre los mitos y leyendas que aun en nuestros días se cuentan ocupa un lugar privilegiado la diosa Ix Bolón y comparte junto a K´ntepek el título de los dioses creadores del pueblo Yokot’an y a la vez su contraparte pues ella se relaciona con la luna, la noche, el frio y la pesca.
Relatos de los pobladores de Guaytalpa la describen como una joven y bella mujer de cabellos oscuros los cuales adorna con flores de popal, sus pechos descubiertos y porta una falda de red. Esta diosa según historias de los pobladores de Tucta y Mazateupa (Nacajuca), descendía de las alturas en las noches de luna creciente para escuchar a su pueblo y bañarse en las aguas de Tabasco.
Es la deidad de la fertilidad, dueña y señora de los espíritus de los hombres y los animales, rige los ciclos de la luna y el mar y es a quien se ofrendan flores por ser a la vez señora de la muerte en Simón Sarlat (Centla).
Cuentan en Tucta que “Era joven entonces, cuando habitó entre los chontales y que cierto día, mientras se bañaba los pobladores la fueron a espiar protegidos por la maleza y las piedras, pero el canto de los pájaros la alertó, lo que ocasionó que se ocultara en las aguas. Llena de furia hizo que estos lugares se volvieran pantanosos”.
Otro relato de la zona chontal de Centla (Ignacio Zaragoza) complementa que gustaba de caminar a la luz de la luna por la orilla de los ríos y lagunas acompañada por un pequeño tul (conejo) bendiciendo la siembra y propiciando la crianza de los animales de pluma y en su aspecto de deidad castigadora una chan (culebra), su ganado son el til (manatí) y el ibam (pejelagarto).
En Vicente Guerrero (Centla) y otras comunidades de Nacajuca se relata que “poseía un peine de oro el cual un brujo se lo robó, quizá para arrebatarle su poder”. Ix Bolón se dirigió hacia el mar de Centla donde se ocultó y en donde, ya envejecida habita todavía. Su enojo y su ausencia propiciaron el infortunio de los chontales: la llegada de los conquistadores, enfermedades, epidemias y decadencias.
Su casa está en medio de la mar hecha con chapopote y en la temporada de norte las fuertes mareas la derrumban y por eso se encuentran a orillas del mar pedazos de chapopote, conchas muy bellas, ollitas y perlas, es en realidad la diosa que las envió o perdió desde su morada submarina.
Hasta este lugar llegan sus nietecitos o aj sutz´balum los hombre-murciélago -jaguar, seres que viajan desde la sierra llevándoles presentes de oro y celebran una fiesta con ella. Su vuelo y característico chiflido anuncian buenas cosechas para el pueblo yokot’an.
En Tabasco sobrevive el recuerdo de Ix Bolón en las invocaciones de las parteras y curanderos que repiten su nombre, en una salmodia para propiciar buen alumbramiento o alejar los males del cuerpo y del espíritu.
A la llegada de los españoles fue transfigurada en la virgen María de allí porque en lugares como en Quintín Arauz e Ignacio Zaragoza en Centla la llaman cariñosamente Noxiná María Bolón.