Mercado Público de Emiliano Zapata
El Mercado Municipal de Emiliano Zapata recordado con añoranza.
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MERCADO PÚBLICO DE EMILIANO ZAPATA

El Mercado de Emiliano Zapata.
Del libro: Recuerdos de Montecristo de Coty Boullé Almada de Miranda
Editado por la Fundación Emiliano Zapata Cambio XXI, 1994.

A la orilla del río, un poco más allá del embarcadero, se divisaba el edificio que servía de Mercado Municipal. Era pequeño y con una vista preciosa al río. Desde mesitas dispuestas estratégicamente se observaba el gran Usumacinta con su ribera allá al otro lado, sembrada de grandes platanales.

Este primer mercado tuvo por nombre «Manuel C. Castillo.»

Dentro del edificio había tramos o expendios donde pocas verduras y frutas y mucha carne de res y pescado eran ofrecidas, la curiosa clientela formada exclusivamente por hombres que llegaban desde la madrugada a hacer sus compras. Pero estos expendios de comestibles, en realidad no eran lo más importante del mercado, sino los puestos donde se ofrecía café caliente, chocolate espumoso y panetelas. Estos puestos, con sus mesitas cubiertas por manteles ahulados de vistosos colores y sus sillas rústicas, eran el lugar estratégico y preferido de los señores compradores. Ahí, como en un club social exclusivo para hombres, se hablaba de vacas, de caballos, de negocios y proyectos sociales, de los últimos acontecimientos del pueblo y hasta del último «chisme» o pasquín que tenía alborotada a la ciudadanía.

Era muy mal visto que una señora fuera al mercado a hacer sus compras y les costó mucho aceptar en este recinto sagrado de hombres, la presencia diaria de mi madre que tuvo, que romper la tradición del pueblo ante la negativa rotunda de mi padre a coger la canasta y el morral y dirigirse al mercado. El iba, es cieno, pero sin canasta y sin morral y sólo «al café y al chisme», como él decía, mientras mi mamá hacía las compras del mercado.