Ambos se percuten con baquetas de madera, aunque el tambor grande se percutía o tocaba antiguamente con una asta de venado, de igual forma, entre los tamborileros o aj joben, había uno que, en tiempos pasados, golpeaba el caparazón de una hicotea macho (Emys Rugosa), este instrumento idiófono se elaboraba extrayendo el animal sin romper el peto frontal, sin dañar la concha o caparazón, se dejaba en un hormiguero para que estos insectos devoraran los restos de carne y después se dejaba al sol a secar, se podría tocar con la palma de la mano o con un asta de venado también. Por ultimo estaba el Pitero o el que ejecuta la flauta o pito que en lengua yokot´an se le dice ëmëy, este instrumento aerófono cuyo sonido se origina por medio del aire en vibración, lleva la dirección primordial de la música de los tamborileros.
Las flautas o pitos que hoy son de carrizo o caña agria (inclusive, hay “piteros” que distorsionan más aun los instrumentos musicales chontales elaborando pitos con tubos de pvc), en épocas prehispánicas se elaboraban de fémures humanos y de venado, de barro cocido, madera o inclusive en Centla se tiene referencia de flautas o pitos de mangle, para los ancianos chontales, el sonido emanado de la flauta o pito imitaba el trino de los pájaros del monte, de la selva, del manglar o el pantano.
Así mismo, cuentan los últimos ancianos chontales de Centla, que los tamborileros deben de ser cuatro, pues estos personajes aludían a las cuatro fuerzas sobrenaturales de la cosmovisión yokot´an, el pitero alude a Yum ik´ o dueño del viento, el tambor macho o noj joben alude al Yumka´o dueño de la tierra, el tambor pequeño o chok joben alude al yumk´ak´ o dueño del fuego y el caparazón de tortuga alude al yumja´ o dueño del agua, ahí el simbolismo de los tamborileros que era exclusivo para los hombres, pues estaba rotundamente prohibido que una mujer fuese tamborilero, hoy con las aperturas feministas y en el nombre de la equidad de género, las mujeres se han integrado a los tamborileros, volviéndolos con este sacrilegio algo profano e impuro, distorsionando un antiguo oficio reservado para los yoko yinik que como requisito indispensable deberían de hablar todos el yokot´an.
Durante siglos, la enseñanza de la música y ejecución de tambores chontales fue mediante la práctica, pues los músicos eran empíricos y liricos, no existían notas ni cuadraturas musicales que enseñaran a las nuevas generaciones, los ancianos enseñaban a los jóvenes y de esta manera se transmitía el conocimiento, los antiguos tamborileros recuerdan los ancianos chontales, eran los que de igual forma elaboraban artesanalmente sus instrumentos musicales.