El trópico de Tabasco ha visto nacer a grandes hombres y mujeres a lo largo del tiempo. Una de las favoritas del Edén es sin lugar a dudas María Esperanza Bonfil, mejor conocida como la diva de los escenarios Esperanza Iris, quien nació en San Juan Bautista (hoy Villahermosa) en 1888 y murió el 7 de noviembre de 1962.
Miembro de una numerosa familia de 22 hermanos, su padre era celador de aduana y su madre una profesora de escuela que adicionalmente desempeñaba otras labores para el sustento familiar. Viajó en compañía de su madre a la ciudad de México e inició su carrera artística a los nueve años en la compañía de teatro infantil de Austri y Palacios con la obra «Las compras del Carreón», obra en la que duró cinco años en el Teatro Arbeu, además de participar en zarzuelas.
Se consagró como actriz a los 14 años, interpretando al papelero en la revista “La cuarta plana”. Ya casada con el director de escena Miguel Gutiérrez extendió su fama a los países del Caribe, principalmente Cuba, gracias a su actuación en la opereta “La viuda alegre”. Muerto su esposo, en 1912 se casó con Juan Palmer y continuó sus giras por el extranjero.
El origen del nombre artístico de María de los Ángeles Estrella del Carmen fue debido a que uno de sus apellidos era francés y decidió cambiarlo; para ello escribió a su padrino que vivía en Tabasco, pidiéndole que le permitiera usar su apellido pues era corto y hermoso. Su padrino fue el doctor José María Iris Colorado. Según sus memorias, su nombre se termino de formar; «Don Félix Palavacini me dijo en una ocasión: eres la esperanza del teatro, ¿Esperanza? ya está, te llamaras Esperanza Iris», y así quedó registrado su nombre artístico.
EMPERATRIZ DE LA “GRACIA”
En Brasil fue nombrada «La Reina de la Opereta» y “Emperatriz de la Gracia” y en España fue condecorada por el Rey Alfonso XIII, realizando exitosas giras con la obra «La Viuda Alegre”, “El conde de Luxemburgo” y “La princesa del dólar”.
En 1918 y en la cúspide de su carrera construyó su propio teatro, un recinto acorde con La Scala de Milán, el cual estuvo en funciones por más de cuarenta años. Luego de que el presidente Venustiano Carranza lo inaugurara en 1918, sus cortinas se corrieron para dar lugar a la zarzuela La duquesa del Bal Tabarín, que el público aplaudió sin descanso.
En 1922 fue declarada “Hija Predilecta de México” y filmó dos películas: “Mater Nostra” y “Noches de Gloria”. En los años treinta como parte del arte lírico en México se relacionó con músicos como Manuel M. Ponce y Ernesto Lecuona quien la acompañó en varios conciertos por todo el país.
Otra vez viuda, a partir de 1939 abandonó los escenarios y se dedicó a administrar la sala de espectáculos que llevó su nombre. Su tercer marido, Francisco Sierra fue acusado de fraguar la explosión de un avión comercial y enviado a la prisión de Lecumberri por este hecho, sin embargo ella organizó un coro en la penitenciaria como una forma de labor social.
Tras 51 años de ausencia, regresa a su natal Tabasco a donde da funciones a favor de la Cruz Roja y así mismo se propone reunir fondos de sus actuaciones para la construcción de templos destruidos por el gobierno de Tomás Garrido Canabal.
ABAJO EL TELÓN
Esperanza Iris, pasó el resto de su vida entre la iglesia, su casa y las visitas a la cárcel. Falleció un 7 de noviembre de 1962. Dejó una colección de galardones, entre otros un Calendario Azteca de oro circundado por esmeraldas, brillantes y rubíes, obsequio del general Álvaro Obregón; la Cruz de Cristóbal Colón, otorgada por el rey de España y más de 30 medallas y condecoraciones de otros países del mundo.
Esperanza Iris fue sin duda, una talentosa embajadora de Tabasco que brilló en el mundo entero a través de su singular voz. Como homenaje póstumo a su trayectoria artística, el teatro estatal de Tabasco y el del Distrito Federal fueron rebautizados como: «Teatro Esperanza Iris». Este último recinto en la capital del país fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
“Esperanza Iris fue una mujer extraordinaria que llevó el nombre de México a muchas partes del mundo y siempre lo puso en alto. A pesar de que murió en 1962, a los setenta y ocho años, sola y deprimida, y su memoria quedó en la indiferencia hasta hace una década, en nuestra época tenemos la gran oportunidad de reivindicarla y devolverle el brillo que la llevó incluso a impresionar al mismo Alfonso XIII, el rey de España, cuando actuó frente a él. Su vida, como la de las grandes mujeres de nuestra historia, es fascinante y nos regala la pasión en cada uno de sus capítulos. Recordarla es hacer justicia a su memoria, a la de las mujeres mexicanas y al legado que nuestro país ha dado al mundo”. – Silvia Cherem autora de “Esperanza Iris: la última reina de la opereta en México”.


