A finales del siglo XI, en 1884, dos tabasqueños visionarios, se aliaron para crear una empresa exportadora de una fruta tropical que tenía demanda en el extranjero, principalmente en los Estados Unidos, su nombre común era el de guineo o plátano Tabasco (se especula que el nombre de Roatán se le dio porque algunos surcos sembrados en Tabasco provenían de la isla de Roatán en la bahía de Honduras del mar caribe).
Los tabasqueños Manuel Jamet y José Jesús Dueñas, establecieron un comercio sin imaginar la gran demanda económica que proporcionaría a Tabasco y el desarrollo económico que generaría en el puerto Guadalupe de la Frontera, el primero consiguió los terrenos para sembrarlos y el segundo proporcionó los fondos necesarios para pagar permisos y costear un vapor destinado para transportar la fruta de Frontera (México) a Nueva Orleans (Estados Unidos).
Desgraciadamente, por diversos motivos socioeconómicos y climatológicos, propiciaron que la fruta no llegara a su destino, generando grandes pérdidas, como el suscitado el 17 de diciembre de 1906, cuando el azolve de la barra y un repentino norte, impidió que el vapor “Malta”, llevara el primer cargamento de frutas tropicales de Frontera a Galveston EE.UU. por lo que se tuvieron que arrojar al río el cargamento de plátanos Roatán y bellacos, naranjas y limones que se maduraron y pudrieron en sus bodegas.
Semanas después, el 31 de enero de 1907, la compañía frutera Southern Steamship and Importing, la primera que se instaló en Frontera, envió el vapor “Nicaragua” con destino a Galveston, EE,UU. Con un cargamento de 3,500 racimos de plátanos Roatán, iniciándose de esta manera, el génesis del Oro Verde en Frontera que impulsaría la economía no nada de Frontera, si no de Tabasco hasta mediados del siglo XX, siendo los principales exportadores en Frontera don Álvaro Fojaco Pérez, Felipe Palenque y Policarpo Valenzuela.
Crónicas de la época, mencionan que, en aquel tiempo, permanecían fondeados frente al muelle de Frontera de apenas 60 metros y hecho de madera, grandes embarcaciones como Yoro, Guagua, Ceiba, Gatún, Granada, Orinoco, Trustón, Worden, Teapa, Tabasco, Virginia, Tampa, Etc, la capacidad variaba, unas embarcaciones eran para 60,000 racimos de plátano Roatán seleccionados, otros para 40,000 y los más chicos llamados agujones, podían embodegar 12,000 racimos.
Algunos embarques se efectuaban frente al puerto, otros en Chilapa, pero cuando el calado del río era bajo, se hacían afuera de la barra, en mar abierto, donde hombres rudos, de manos callosas y acostumbrados arriesgar la vida, pertenecientes a la Liga de Plataneros del Golfo, eran avisados con 6 cohetes lanzados al aire, para ir a cargar grandes racimos de plátano de hasta 16 gajos, 1.50 metros de altura y entre 50 o 60 kg cada uno. Su pago era en monedas de plata y oro, por eso era común escuchar a líder de los plataneros decir, “¿Cómo quieres tu pago, bastante (plata) o poquito (oro)?” La mayoría de los grandes barcos pertenecían a la Compañía Southern Banana, Co., subsidiaria de la United Fruit.
Durante el garridismo, las autoridades llegaron a un acuerdo con las compañías plataneras de no cobrarles grandes impuestos con la condición de darle trabajo bien pagado a los obreros que laboraban en las faenas de embarques y a los campesinos que vendían su producto, así durante casi 20 años, Frontera prosperó gracias al oro verde, sin embargo, a la caída de garrido, con Lázaro Cárdenas en la presidencia y don Francisco Trujillo en la gubernatura del estado, Fidel Velázquez y Jesús Yurén, llegaron a Tabasco para sindicalizar a todos los obreros tabasqueños, incluidos principalmente los de la Liga de Resistencia de Plataneros con base en Frontera, que aunque protestaron, se adhirieron como sindicatos a la poderosa CTM.
Se especula que los gobiernos de Tabasco empezaron a presionar a las compañías plataneras, cobrándoles grandes impuestos, al ver la negativa, el gobierno presionó a los líderes plataneros para exigir aumentos de salarios a la Southern Banana Co., que no se doblegó a las exigencias.
Sin un acuerdo, los plataneros manipulados por el gobierno y sus líderes, se lanzaron a la huelga, dando como resultado la pérdida de grandes toneladas de plátano que se arrojaron al río, la compañía se declaró en quiebra en 1939 y dejaron parte de su flota como indemnización y se fueron de Frontera para no volver jamás. Fue sin duda, uno de los grandes descalabros económicos para Frontera.
Sin embargo, los plataneros intentaron reorganizarse creando la COOTIP, utilizando aquella flota abandonada por la Southern Banana Co. Pero desafortunadamente solo duró poco menos de 10 años, las enfermedades en las plantaciones, los malos manejos administrativos, el bloqueo comercial de las otras compañías plataneras y, sobre todo, los altos costos de transportación e impuestos cobrados por el gobierno de Tabasco, dieron como resultado la desaparición de la COOTIP, que dejo nuevamente sin empleo a muchos frontereños.
Aunque a principios de los años 90s, el empresario Carlos Cabal Peniche, intentó con un proyecto económico, impulsar nuevamente las exportaciones de mercancías por el puerto de Frontera, donde se incluía el plátano, esta se realizó con muchas dificultades, pues la draga que desazolvaba el río Grijalva se retiró de Frontera, dificultando la entrada de enormes embarcaciones de gran calado y el gobierno estatal presionaba para que esta empresa se fuese a Dos Bocas, Paraíso.
Sin llegar a un acuerdo, la empresa se marchó a Coatzacoalcos, en el estado de Veracruz y hoy, el recuerdo de la época platanera subsiste en la memoria de los ancianos.