La Liga de Resistencia
La Liga de Resistencia, que en el lapso garridista tuvo el control de los trabajado­res de Tabasco, no fue propiamente un organismo sindical, sino por el contrario, una organización burocrática establecida por el poder público para servirse así mismo.
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LA LIGA DE RESISTENCIA

En tiempos del gobierno de Castro y Araos (1795) se construyó el rastro y carnicería de Villa Hermosa, a la orilla del arroyo del Jícaro cerca de la desembocadura al Grijalva, en ese lugar se abrió en tiempos de Tomás Garrido la Liga de Resistencia, la biblioteca Martí, es­quina de Madero y Zaragoza Sur. ( 1 )

Tomás Garrido tuvo el control de los trabajadores con la «Liga de Resistencia», que no fue propiamente un or­ganismo sindical, sino por el contrario, una institución burocrática establecida por el poder público para servirse a sí mismo.

La Liga de Resistencia nunca acudió a las armas clásicas del movimiento sindical (los obreros de Tabasco regían sus relaciones con las empresas a través de un Código Obrero del Estado y no por la Ley Federal del Trabajo), y sus dirigentes eran desig­nados por el gobierno, como se estilaba ba­jo el sistema corporativo de Mussolini.

El sindicalismo es una teoría universal. Se puede afirmar, en consecuencia, que du­rante el tiempo que Garrido mandó en Tabasco, nuestra incipiente clase obrera no pudo organizarse sindicalmente y fue utilizada para lesionar sus propios intereses líticos en potencia, desviando su acción hacia objetivos secundarios. El proletariado tabasqueño, en aquella época, era una fuer­za en sí pero no para sí.

Es innegable que la bandera roja fue adoptada por la Liga de Resistencia. Esto constituía parte del artificio que fascinó a muchos incautos de buena fe y que también puso al borde del paroxismo a ciertos conservadores ingenuos o ignorantes. La demagogia impidió que muchos reacciona­rios no advirtieran que Garrido era uno de sus hombres en el Poder, dispuesto a servirlos, con la leve condición de que se volvie­ran come curas y antialcohólicos. ( 2)

 

 

Las ligas de resistencia del Partido Socialista Radical Tabasqueño seguían el modelo del Partido Socialista del Sureste. En la Liga Central de Resistencia se unían representantes de todas las ligas en una estructura piramidal bastante sólida y en cuya base se encontraban todos los «ligueros», mientras que en la punta se ubicaba la Central. Las ligas no sólo expresaban la organización gremial; ahí también se acordaban las medidas político-administrativas. Las ligas de resistencia en los municipios tenían a los presidentes municipales como máximos dirigentes.

Existían asimismo las ligas de resistencia de las ciudades, las villas, los pueblos y las rancherías. En la base se encontraban las ligas de los gremios, que agrupaban tantos oficios como era posible imaginar: de alijadores, de albañiles, de artes gráficas, de cocineros, de panaderos, de carboneros, de estibadores de frutas, de lancheros, de porteadores, etcétera.

Según panfletos que hacía circular la Liga Central de Resistencia, esta forma de organización tenía como principal objetivo levantar el nivel económico de los obreros, defenderse de la rapiña de los capitalistas, salvarse de las lacras morales contraídas en un pasado de esclavitud y de ignorancia y llevar hacia un plano decoroso, la condición intelectual de todos los gremios.

Pero no todos estaban de acuerdo con esa forma organizativa, como puede constatarse con el conflicto que surgió entre la Unión de Productores de Tacotalpa y la Liga Central de Resistencia (LCR) en octubre de 1925.

Se expidió el primer código obrero de Tabasco, el cual fue considerado uno de los más avanzados por sus reivindicaciones sociales, pues contemplaba la reglamentación de los horarios de trabajo y el monto de los salarios, la prohibición del trabajo para menores y el reparto de utilidades. Varios documentos de la LCR corroboran que los trabajadores recibían fondos de previsión social, los cuales eran integrados a partir de un descuento de 5% sobre el salario real.

Garrido estuvo dispuesto a modernizar la economía, así como las relaciones capital-trabajo, pero a su modo y sin importar el precio; y en la práctica se opuso, según su entender, a cualquier ley que obstaculizara el progreso.

Pese a tantos problemas, la organización de los trabajadores tabasqueños sorprendió al mismo Lázaro Cárdenas. La organización regional y local llegó a tener tanta fuerza que se opuso a la poderosa Confederación Regional Obrera de México, aunque también pesó en ello el distanciamiento entre Morones y el líder tabasqueño; éste lo acusó de haber participado en el complot para asesinarlo en 1926, y luego del asesinato de Obregón el distanciamiento se agravó.

Fuentes:

 

1.- López Reyes, Diógenes (1980) Historia de Tabasco. Tabasco. Consejo Editorial del gobierno del estado de Tabasco. 98

2.- Mora, Manuel R. (1947) Ensayo sociológico de Tabasco. México. Compañía editora Nacional S.A.  35-36

3.- Brito Foucher, Rodulfo (2015). Escritos sobre la revolución y la dictadura. México. Fondo de Cultura Económica.