Nacimientos de Pellicer
Desde 1957 y hasta su muerte, cada año, en su casa de Las Lomas de Chapultepec (Ciudad de México), Pellicer colocaba un nacimiento y alrededor de él realizaba una especie de performance, con música, poesía y todo un ritual para las personas que decidían acompañarlo.
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NACIMIENTOS DE PELLICER

POR: NORMA L. DOMÍNGUEZ DE DIOS

 

El poeta tabasqueño y ferviente católico Carlos Pellicer (1897-1977) es el autor de “Cosillas para el Nacimiento”, un conjunto de poemas navideños escritos a lo largo de unos 40 años, que se reunieron por fin en la edición de su poesía completa.

Desde 1957 y hasta su muerte, cada año, en su casa de Las Lomas de Chapultepec (Ciudad de México), Pellicer colocaba un nacimiento y alrededor de él realizaba una especie de performance, con música, poesía y todo un ritual para las personas que decidían acompañarlo, en ese “auto sacramental”, como lo calificó Gabriel Zaid.

Era una obra de arte. Por encima de una amplia plataforma, el poeta había instalado un sistema eléctrico que, desde la bóveda, reproducía parte del cosmos. Nunca se repetía el paisaje ni las figuras, un centenar encargadas especialmente a los artesanos Hidalgo de Guanajuato, entre las que alternaba dos vírgenes, una sentada y otra embarazada –ésta tomada por Pellicer de un mosaico bizantino–.

En las “Cosillas”, Pellicer concentró mucho de su aliento poético para expresar su fe en Cristo de una manera muy creativa, pues trataba de relacionar las fechas navideñas con el contexto que vivía.

El también poeta y creyente Zaid fue quien acometió la tarea de reunir y prologar las “Cosillas”, Con anterioridad, se habían publicado unos 15 poemas en Material poético, enorme antología de 1962.

Allí, se incluye el pórtico del propio Pellicer: Los pequeños poemas que siguen hablan de mi pasión por todo lo cristiano. Creo en Cristo como Dios y la única realidad importante en la historia del planeta. Todo lo demás -arte, ciencia, etcétera— es accesorio, secundario y anecdótico.

Desde siempre organizo “El Nacimiento” cada Navidad en mi casa. Estoy seguro que es lo único notable que hago en mi vida. Es casi una obra maestra. He podido conjuntar la plática, la música y el poema, así cada año. Miles de gentes van a mi casa durante cinco o seis semanas, un largo rato de noche a mirar “El nacimiento”.

Los poemas que forman esta sección se escribieron siempre horas después de haber terminado mi trabajo anual. Mi madre, tan humana cuanto religiosa, me inició en la divina práctica de “El Nacimiento”. Gracias a Dios y a ella, puede, puedo, hacer cada diciembre lo que dura un mes y parece eterno.

Zaid explica con lujo de detalles los entretelones de la escritura de las “Cosillas”, y luego de catalogarlos como “casi villancicos”, propone leerlos como testimonio de la fe cristiana de su autor, además de que destaca la pasión con que Pellicer se refiere a la luz en buena parte de los textos, mediante una visión casi sacramental de la misma, pues, dice: “Pellicer una nueva representación [del nacimiento de Cristo], el amanecer”. Así describe la experiencia del acto celebrado por el poeta: Pellicer desaparecía tras una cortina lateral (nueva expectación) y ponía música. Empezaba a atardecer en el escenario, tan lentamente que los visitantes de primera vez tardaban en descubrirlo.

El silencio era absoluto. Se producía una reverencia espontánea ante la inmensidad y misterio de la Tierra, vista de muy lejos, perdiéndose en la sombra, como si el espectador se hubiera desprendido, se hubiera vuelto música entre los ángeles, como si hubiera muerto y se hubiera despedido con nostalgia. Luego venía la noche total. La bóveda estrellada daba frío. Y entonces, como una compañía inesperada, empezaba a oírse la voz, profunda y cálida al mismo tiempo, de Pellicer. Palabras conmovedoramente fraternales, que no rehúyen la inocencia, ni el balbuceo. Palabras franciscanas de comunión con todos en una naturaleza abierta al más allá misterioso. Del sol hundido de la soledad, empezaba a brotar el nuevo sol de la alegría. La luz encarnaba, se iba volviendo Niño. La Tierra volvía a ser acogedora y habitable.

 

FUENTES.

1.- 1959 C. Pellicer, “Cosillas para el Nacimiento”, en Obras. Poesía. Ed. de Luis Mario Schneider. México, Fondo de Cultura Económica, 1981, pp. 705-750. L.G. Gutiérrez, “Prólogo” a Fervor desde el trópico. Poesía religiosa de Carlos Pellicer. Villahermosa, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, 2007, p. 7. C. Pellicer, “Cosillas…”, pp. 707-708. G. Zaid, “Introducción”, en “Cosillas…”, p. 707.

2.- Fotografías cortesía de José del Vinal del libro:

Bargellini Cioni, Clara (1987). El sol en un pesebre: nacimientos. Instituto Nacional de Bellas Artes. Instituto de Cultura de Tabasco. México.