José Gorostiza
José Gorostiza escribió el poema de largo aliento "Muerte sin fin" para posicionarse como uno de los poetas más importantes no sólo de México sino de lengua hispana, por ello es uno de los hijos favoritos del Edén, territorio donde se dice, pasa “el meridiano de la poesía”.
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JOSÉ GOROSTIZA

Por: Norma L. Domínguez

 

Al escritor y diplomático tabasqueño José Gorostiza Alcalá, le bastó escribir el poema de largo aliento Muerte sin fin para posicionarse como uno de los poetas más importantes no sólo de México sino de lengua hispana, por ello es uno de los hijos favoritos del Edén, territorio donde se dice, pasa “el meridiano de la poesía”.

José Gorostiza nació en San Juan Bautista, hoy Villahermosa, Tabasco el 10 de noviembre de 1901 y murió en la Ciudad de México el 16 de marzo de  1973. Escribió poesía y ensayo, y es uno de los mejores ejemplos de que no es necesario escribir mucho sino lo necesario, al publicar solamente cuatro pequeños libros que en realidad fueron tres: Canciones para cantar en las barcas (1925), Muerte sin fin (1939); en Poesía (1964) reunió las obras anteriores (por eso fueron tres), allí incluyó también el ensayo Notas sobre poesía, el texto que pronunció como discurso al ingresar a la Academia de la Lengua. Finalmente, en 1969 editó el volumen Prosa.

Vivió su infancia en Tabasco y muy joven se trasladó con su familia a residir en la Ciudad de México, donde concluyó estudios de bachiller en Letras. Fue profesor de Literatura Mexicana en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en 1929 y jefe del Departamento de Bellas Artes en la Secretaría de Educación Pública.

De 1958 a 1963 trabajó como subsecretario de la Secretaría de Relaciones y como secretario de la misma en 1964. Fue miembro del servicio diplomático como canciller de primera en el servicio exterior en las ciudades de Londres, Copenhague y Roma.

En 1944 se desempeñó como ministro plenipotenciario y director general de Asuntos Políticos y del Servicio Diplomático; en 1946 fue asesor del representante de México ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Fue embajador de México en Grecia y de 1965 a 1970 ocupó la presidencia de la Comisión Nacional de Energía Nuclear.

En 1954 fue elegido miembro de la Academia Mexicana de  la Lengua, correspondiente de la española, y en 1955 lo fue de número, en la silla número XXXV, aunque sus biógrafos refieren que pesar de sus dotes no fue un literato prolífico; ya que sus actividades diplomáticas y políticas no se lo permitieron.

Hermano del dramaturgo Celestino Gorostiza, se dedicó a la política y a la diplomacia pero trascendió como poeta. Formó parte del grupo “Los Contemporáneos”, junto a los notables escritores Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet, Salvador Novo, Bernardo Ortiz de Montellano, Gilberto Owen, Jorge Cuesta, Enrique González Rojo, Elías Nandino.y su paisano Carlos Pellicer.

POEMA SIN FIN

De la obra de Gorostiza destaca especialmente el poema Muerte sin fin, al que Octavio Paz consideraba sus 1,094 versos dentro de los más importantes de la lengua española; sobre ello expresó en alguna ocasión: “Los extremos que presiden a esta obra transparente y vertiginosa son Parménides y Heráclito. Dentro de la impresionante belleza formal de este poema de largo aliento está formulada una profunda angustia metafísica: racionalmente no hay esperanza. El movimiento es circular, estéril, repetitivo”.

Y es que en el poema se aborda un tema ontológico y teológico: el hombre vivo después de la muerte, es un cuestionamiento que implica un reclamo a Dios. ¿Por qué existe y por qué no se puede comprobar su existencia? Muerte sin fin es la vida y lo que se ve de ésta a través de los sentidos, y de lo difícil que sería poder explicarla con palabras; mucho se queda en el cerebro sin que se pueda racionalizar ni hablar. Deja claro que el tiempo de Dios es el nuestro pero que hasta ahora no hemos podido incrustar en nosotros el verdadero significado de la palabra eternidad.