Manuel de la Flor Pedrero nació en Teapa, Tabasco, en 1870. Se cree que fue en el año de 1884 que se inició en la fotografía. Algunos investigadores calculan este tiempo basados en el hecho de que Aurelio Romero, casado con Francisca de la Flor, su hermana, fue fotógrafo y fue con él con quien De la Flor aprendió el oficio. Es posible que Romero haya abierto su estudio en 1884, cuando DE la Flor tenía alrededor de 20 años.
Los estudiosos del tema también consideran posible que De la Flor heredó el estudio tras su fallecimiento en 1890, en el que se especializó en el retrato.
Manuel De la Flor fue alumno de los hermanos Valleto, dueños de uno de los estudios fotográficos más famosos de la Ciudad de México a fines del siglo XIX. Esta formación marcó el estilo del fotógrafo tabasqueño, cuyo estudio fotográfico se inspiró en el de los Valleto. Los Valleto habían tomado tomaron conceptos de la fotografía aristocrática europea y los aplico en la burguesía mexicana. Este estilo lo llevó De la Flor a San Juan Bautista empleando materiales, técnicas, poses, vestuario, iluminación, adornos y accesorios similares, permitiendo que el retrato fotográfico se integrara a la dinámica global.
De la Flor buscó siempre superarse y tomó cursos fuera del estado, además de participar en concursos nacionales buscando que su trabajo obtuviera un reconocimiento por su calidad. En 1896 fue uno de los ganadores de un concurso de fotografía organizado por la prestigiosa revista El Mundo Ilustrado.
El 18 de agosto de ese mismo año, la Junta Calificadora de Giros Industriales reconoció tres establecimientos fotográficos en San Juan Bautista: el de Manuel de la Flor en la calle Libertad (hoy Carranza), el de Raviela y Castani en Juárez y el de Galina y Cristiani en la 3ª Avenida (hoy Madero).
Manuel de la Flor anunciaba su estudio como “Galería Fotográfica de M. DE LA FLOR. Establecida en 1884.”
Al parecer desde 1880 la demanda tabasqueña de retratos fotográficos era muy alta y permitió el florecimiento de estos negocio, así como residencia temporal de fotógrafos itinerantes que se prolongó hasta la década de 1930.
De la Flor era muy celoso de su trabajo y la competencia no le gustaba. En 1902 arriba a la ciudad el español Elías Ybáñez y Sora y abre un taller de fotografía y un club de retratos a inicios de 1903, esto lleva a De la Flor a solicitar el mismo año, permiso al gobierno del estado para establecer en su taller un club de retratos por medio de sorteos; es decir, previo pago del número, se podía participar en el sorteo de un retrato. La petición fue eventualmente autorizada, pero antes fue discutida por el ayuntamiento en dos ocasiones, mencionando que se le había concedido con anticipación y privilegio especial a Elías Ybáñez.
Al no conservarse retratos hechos en Tabasco por Ybáñez ni por Waite y ya que la mayoría de los retratos firmados del Tabasco de la época son de la autoría de Manuel de la Flor, se le considera por muchos como un retratista sin rivales.
Muchos retratos de De la Flor carecen de fecha, se sabe que su trabajo lo realiza entre 1898 y 1905 gracias a la publicación del álbum fotográfico de Carlos Pellicer (1982), que incluye fotografías de la infancia del futuro poeta y de su hermano Ernesto, así como de sus padres.
En este álbum sobresale una fotografía de Carlos Pellicer con aproximadamente un año de edad, luciendo un vestido blanco sentado sobre un lecho de heno delante de una concha avenerada que ocupa los dos tercios superiores de la composición. En el lado inferior izquierdo se encuentra una mesa rústica sobre la que descansan unos pequeños maderos. Al fondo se aprecia parte de un telón liso.
En el taller de De la Flor, la concha avenerada se asoció a la más temprana infancia. Existe un retrato similar de José Gorostiza de 1902.
Su aversión a la competencia, sostienen algunos autores, llevó a De la Flor a de enfrentarse a competidores a través de anuncios periodísticos contra ellos tachándolos de “envidiosos, chambones y cínicos”. Esta aversión -aseguran- los llevó a pelearse a golpes con el joven fotógrafo Salvador Illán (al que instruyó) en 1911. Ambos fueron sometidos a juicio, aunque posteriormente quedaron en libertad.
Salvador Illán abrió su taller en la ciudad en 1909 atrayendo clientes que buscaban hacerse de retratos elegantes. A partir de 1914, Illán fue fotógrafo oficial del semanario de circulación nacional Tabasco Gráfico, un puesto que nunca alcanzó De la Flor. Es factible que este hecho y la apertura de su estudio, hallan hecho que De la Flor, a pesar de ser un fotógrafo prestigioso y reconocido en Tabasco, sintiera esta situación como intolerable y lo llevara a abandonar el estado en el que laboró más de 25 años para mudarse a la Ciudad de México en 1915.
De la Flor siguió ejerciendo su oficio como fotógrafo en la Ciudad de México por varios años, pero nunca logró obtener el reconocimiento que logró en Tabasco.
Se localizó un retrato de Tomás Garrido (ca. 1920) tomado en el taller que De la Flor instaló en la calle 5 de Mayo núm. 27 en la Ciudad de México. La fotografía describen, “revela la gran habilidad de este retratista en el manejo de la luz y los medios tonos. En ella destaca delante de un fondo neutro la figura a tres cuartos del futuro gobernador, cuya mirada penetrante proyecta confianza, autoridad y fuerza.” (3)
De la Flor se casó el 14 de septiembre de 1929, a los 59 años, con la fotógrafa Francisca Arteaga Romero, de 50 años. El matrimonio duró seis años, pues De la Flor murió en 1935, a los 66 años de edad. El acta de matrimonio señala que De la Flor era fotógrafo, su acta de defunción lo identifica como comerciante, por lo que posiblemente su carrera fotográfica haya sido fallida y se halla dedicado a otras actividades comerciales.
Fuentes: